Voy a escribir, ya escribí, estoy
escribiendo este cuento, la historia que voy a contar, ya la viví,
pero en este instante la vivencio como tal. Este ejercicio es un
aprendizaje diferido, basado en lo adquirido en otro momento para
solo recién poder adquirirse en el futuro, es decir, en estas
lineas. Fui y vine en el tiempo. Cuando tenía 10 años, viajé
hasta acá. Y ahora en este instante, estoy allí. En una cocina del
pasado, en ese colectivo que me llevaba hacia aquí sin saberlo, pero
que supe reconocer que si algún día volvía al pasado, podría
utilizar como punto de partida. Me regalé escenas, a mi yo del
futuro (que ni siquiera sabia que existíría) para escribir estas
palabras. Para describir lo que vi, viviré y pienso. Para poder
desplazarme en el espacio y otra vez estar en el colectivo,
memorizando mi vestuario, mirando al cielo en la cocina, sabiendo que
volvería allí mas tarde, mucho más tarde en el tiempo. Esto ya lo
sabía, ahora lo sé, recién lo estoy aprendiendo. En esa cocina,
tampoco en aquel colectivo sabía porque lo hacía, o quizás lo sé,
pero solo ahora me atrevo a decirlo. No quería, aun no quiero,
siempre querré, que sea mañana. Por todo lo que perdí, lo que
estoy perdiendo, lo que podría perder. Y quizás, yendo y viniendo,
engañar al tiempo, estaba bien. Jugar con él. ¿Quien tiene tiempo
para esas cosas? El minutero avanza, los segundos se pasan, las horas
se han perdido. Pero quien mira al reloj, queriendo que retroceda un
segundo más, a esa clase de inglés, a ese tedioso momento, a esa
otra realidad que hoy ya no será? Estoy seguro que el cansancio
agobia cada tanto al tiempo, por eso a veces andaba más lento y
otras veces vuela. Por eso ya estamos acá, en el final, cuando hace
tan solo un instante, en el pasado, nos encontrabamos en el presente.
Perdón, En el principio. ¿o quizás esto recién está por empezar?
Empieza? Ya empezó?
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