Acumuladas en el rincón que nunca reviso
me observan con despecho y desprecio
sin utilizar ninguna palabra en particular.
solo el silencio doloroso.
no hacen falta las palabras
su mera presencia es suficiente
para atormentan mi condición
llenando de pensamientos mi mente.
no hace falta que brillen
ni que exhiban su existencia
no hace falta absolutamente nada
con existir alcanza.
y es el disparador que se activa
veloz y sin dudar,
cuando a mi se me ocurre pensar
que algo de mi pasado debería arreglar.
caer en la tentación de omitir
es fácil hasta cierto punto
la culpablidad, las experiencias
juegan en contra.
caer, rebotar, extraviar
distanciarse de la realidad
no llevan mas que al mismo
recorrido circular.
el vicio eterno que no responde
y que se traspasa en simbolismos
trasciende al individuo
y se encuentra en el pensamiento global.
la misma culpa que te palpita el corazón
corrompe la mente de quien desconoces...
por eso esta mal, juzgar
cuando a vos mismo no te perdonas...
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