¿Buenas! ¿Cuántas veces intentamos una misma cosa sin éxito? Yo aún intento
levantarme todos los días y encontrar algo nuevo por lo que seguir. Acompáñenme...
Haré el mejor esfuerzo.

lunes, 19 de octubre de 2020

Ya no podrás leer esto.

 

A veces no me doy cuenta todo lo que hiciste por mi, una vez me lo dijiste y ahora creo entender esas palabras. Creo que invisibilicé esa parte, por tener presente tu ausencia, que no era tal, o si, ya no lo sé. A veces me doy cuenta que siempre estuviste, pero de otra forma, no la que yo esperaba o quería, no la que creía necesitar, sino la que podías otorgarme. Sos una persona, después de todo. No más que eso, pero a la vez muchísimo más. Sos quién me hizo, quien me dió lecciones sin pretender dármelas, quien me intentó explicar lo que era este mundo, lo que sucedía, quién me enseñó a usar las herramientas que necesitaba para forjar mi propio futuro, quien me bajó a la realidad más de una vez, por temer a que las nubes en las que yo me suspendía no me llevaran a ningún lugar. Y todo eso sin decirme demasiado, sin enroscarte con las palabras como a mi me gusta. Con acciones, con movimientos y decisiones que me permitieron encontrar mi rumbo, a los tumbos, porque siempre aprendí más de los golpes que de los aciertos. Porque no tengo la razón y quizás vos tampoco la tengas, pero entre ambos podemos encontrarla. Porque no sé bien hacia donde estoy yendo, pero sé que de a poco y con mucho esfuerzo, pueda encontrar esa respuesta y quizás sin todas esas veces que el silencio pudo más que mi expresar, que las horas pasaron sin decir, yo escuchaba, más allá de la abstracción, más allá de la distancia, más allá de todo lo que no pude expresar. Ahora entiendo tus palabras, ahora las tomo en serio, ahora quiero que las conozcas, ahora quiero decir, pero más quiero hacer. Convertir todo lo que me alcance la imaginación en realidad, para quienes vengan después. Y que sepan de vos. Gracias, a veces no sé decirlo en voz alta, pero al menos es bueno que lo leas...

jueves, 9 de julio de 2020

Carta de desamor


Nunca creí que iba a escribir este correo. Necesito decirte algo y es que tengo que dejarte. Perdón lo directo, pero no puedo seguir viviendo con tu ausencia. Sé que éstas palabras te van a sorprender. ¿Que pasó? ¿Porque ahora? Tal vez te lo preguntes, o no. Pero es hora. Los recuerdos me acosan, tu voz me persigue y atormenta. Lo que en su momento fueron días hermosos, vuelven una y otra vez para atormentarme. Aquello que podría haber ido en otro rumbo... no lo fue y se ha obstinado por vivir en mi cabeza. Tengo que dejarte porque apenas puedo vivir. Porque es más el pasado que hay en mí que lo que vive en mi presente. La sombra de lo que fuí solo aparece en esos imposibles y ya no puedo dedicarle a la fantasía tanto tiempo como antes. La realidad me ha superado y es momento de contar allá las historias que te contaba a vos, las que te gustaban, las que hacían que me miraras como si yo te enamorara. Tengo que decirte adiós, porque no puedo decirte hola, de nuevo. Porque ya no podemos hablar, porque ya no nos podemos comunicar. Perdón, porque ya no queremos hablar, porque ya no nos queremos comunicar. Porque la vida, esa que nos pertenecía, se partió en dos... y un día nos separamos. Pero algo de vos, quedó en mi... y estuvo conviviendo conmigo hasta hoy. Esa parte que ya no me pertenece, que nunca me perteneció, me hizo quedarme buscando un futuro imposible de alcanzar. Y me atormenta la idea de saber que nunca fue esa tu idea y que nada de esto tiene que ver con vos. Que siempre fui yo, el que se quedó, idealizando quien eras y hablándole al pasado, como si fuera presente. Escuchando respuestas aproximadas, placebo de ideas nuevas y haciendo oídos sordos del silencio que en realidad me respondía. Ya no puedo seguir esperando que me respondas, que me hables o que cambies de idea. Ya dejé de hablarte, de responder tus mensajes esporádicos, o las rutinas de mensajes, las conversaciones que repetimos hasta vaciarlas de contenido y hacer que siempre terminaran en nada o lo que era peor, en una discusión. Ya no tengo ideas para eso. Ahora me toca el futuro y no puedo incluirte en mis planes. Vengo justo de poemas, corto de novelas y ya casi no me quedan cuentos. No me alcanza para soñar más que mis sueños. Si pudiera te daría el talento que cultivé inventando todas esas historias, las reales y las ficticias. Pero si te diera eso, le estaría dando una parte mí a tu ausencia y hoy, para mi, ya no tiene lógica. Sé que no vas a leer esto, tal vez lo lea alguien más. Tal vez le llegue a alguien más. Pero ya sabemos que desde que nos conocimos, aun cuando vos estabas presente, siempre estuve charlando con tu ausencia. Con lo que no decías, lo que evadías y no me contabas, lo que me dejabas que yo descubriera, con temor a enunciarlo y solo asintiendo, dándome la razón cuando yo, enamorado del misterio y la curiosidad que me provocaban tus silencios, lograba descifrarlos. Y sin saber que el loco que escribe hoy, es la consecuencia de esa creencia absoluta e irracional de que siempre ibas a estar ahí, para asentir y decir que sí a alguna locura que quería vivir con vos y que íbamos a hacer. Ahora sé, que a propósito olvidé que hubieron silencios que no pude descifrar, o que sí y entenderlos fue demasiado.
Ya no puedo pedirte más de lo que me diste. Ya no puedo seguir volviendo en el tiempo para encontrar un párrafo oculto, o algún soneto a tu nombre. Seguir por allí terminaría por consumirme. Y eso hoy, para mi, dejó de tener lógica. Esta carta entonces, es un contrato de salvación para mi espíritu, para mi alma. Para recuperar el espacio que ocupó tu ausencia, en mi vida.

martes, 16 de junio de 2020

El espejo


Pierdo la identidad en cada momento. Recuerdo quien soy, tengo una vaga idea, pero cada vez la imagen se disuelve más y más en el espejo. No reconozco quien me devuelve la mirada, poco a poco me aterra la figura, o la sombra que se asoma tras el reflejo. Las canas siguen allí, como lo han estado siempre. Eso no me preocupa. Son las pupilas, tan distintas. El brillo que emanan al observarlas al detalle. Estoy seguro. No son mías esas pupilas. Son otros los universos que se esconden detrás de ellas. Horas he pasado, intentado descifrarlos. Sé que el espejo es la clave, que no hay forma de ingresar, en ese otro universo, sin observarse, Pero cada vez que lo hago, temo más y más. No debo volver a mirarme, hasta estar seguro. Por muy embriagante, por muy seductora que sea la idea, no debo ofrecerme tan fácilmente. Es una trampa, ahora lo sé.
Averiguar quién es quien me observa, la sola idea se vuelve peligrosa.
La mente reacciona al objeto, el objeto reacciona a la mente? Ya no puedo evitarlo.
Pero exponerme, una vez más a la turbia luz que me ofrece el espejo... puede ser fatal.
¿Cómo sé eso? ¿Quién me lo ha dicho? ¿Acaso susurran los espejos? ¿Qué estoy diciendo? ¿Quién lo está diciendo?
A veces observo una de las manos. He encontrado ese punto intermedio. Me sitúo al costado del artefacto reflector y extiendo un brazo. Desde donde estoy, puedo observar ambos. El propio y el desconocido. Se mueven con simetría, casi iguales. Pero las cicatrices que se muestran, aunque creo reconocerlas, no las recuerdo. No las tengo en mi cuerpo. Retiro el brazo, asustado. Cada vez que lo hago sucede lo mismo. Creo ver una nueva cicatriz. Una desconocida, como si cada vez que observara se conformara, solo para asustarme. ¿Cuantas veces he caído en el sutil engaño?
Cuando mi pavor disminuye, recuerdo la historia. Un golpe intrascendente, una caída insignificante. Pero al buscarlas en mi cuerpo, sé que no están allí. No soy yo, entonces? 
Debo ser el reflejo. Por un segundo no estoy en mi cuerpo, eléctrica sensación, entumece el buen juicio, la razón: soy lo que veo, pero no puedo quedarme allí, me resulta imposible, me consume la vitalidad, la energía que me mantiene despierto. 

No es natural. 

Debo volver a acercarme, exhalar mis miedos y observar, algo se me escapa, algo no puedo ver. Solo debo descifrar que es. Quiero arriesgarme una vez más, una espiada, apenas un suspiro. Una exhalación. De repente se me ocurre, acercar mi rostro. Como si la cercanía pudiera revelar los detalles. Respiro. El vapor se vuelve visible y se impregna en ambas caras del espejo, o eso me convenzo de ver. Creo que he encontrado el pasaje secreto, la manera de ingresar a placer en los distintos universos. Desdoblarme en ambas imágenes.
Y entonces me observo. La imagen vuelve a cambiar. Ahora ostento imprudente juventud, vitalidad. Pero las pupilas, los universos... se aterran, se oscurecen. Cambian. Creo reconocerlas, son las que veo, en ese viejo espejo.... Ya no soy ni el reflejo, ni quien observa. Quizás nunca lo haya sido. Creo entonces, que debo ser el espejo. 
Ese viejo espejo...

miércoles, 20 de mayo de 2020

relato a tres tiempos



Voy a escribir, ya escribí, estoy escribiendo este cuento, la historia que voy a contar, ya la viví, pero en este instante la vivencio como tal. Este ejercicio es un aprendizaje diferido, basado en lo adquirido en otro momento para solo recién poder adquirirse en el futuro, es decir, en estas lineas. Fui y vine en el tiempo. Cuando tenía 10 años, viajé hasta acá. Y ahora en este instante, estoy allí. En una cocina del pasado, en ese colectivo que me llevaba hacia aquí sin saberlo, pero que supe reconocer que si algún día volvía al pasado, podría utilizar como punto de partida. Me regalé escenas, a mi yo del futuro (que ni siquiera sabia que existíría) para escribir estas palabras. Para describir lo que vi, viviré y pienso. Para poder desplazarme en el espacio y otra vez estar en el colectivo, memorizando mi vestuario, mirando al cielo en la cocina, sabiendo que volvería allí mas tarde, mucho más tarde en el tiempo. Esto ya lo sabía, ahora lo sé, recién lo estoy aprendiendo. En esa cocina, tampoco en aquel colectivo sabía porque lo hacía, o quizás lo sé, pero solo ahora me atrevo a decirlo. No quería, aun no quiero, siempre querré, que sea mañana. Por todo lo que perdí, lo que estoy perdiendo, lo que podría perder. Y quizás, yendo y viniendo, engañar al tiempo, estaba bien. Jugar con él. ¿Quien tiene tiempo para esas cosas? El minutero avanza, los segundos se pasan, las horas se han perdido. Pero quien mira al reloj, queriendo que retroceda un segundo más, a esa clase de inglés, a ese tedioso momento, a esa otra realidad que hoy ya no será? Estoy seguro que el cansancio agobia cada tanto al tiempo, por eso a veces andaba más lento y otras veces vuela. Por eso ya estamos acá, en el final, cuando hace tan solo un instante, en el pasado, nos encontrabamos en el presente. Perdón, En el principio. ¿o quizás esto recién está por empezar? Empieza? Ya empezó?


jueves, 30 de abril de 2020

Egoísmo Altruista

El aire ya no está acondicionado los privilegios ya no son tantos la comodidad del hogar ya no alcanza el entretenimiento no basta.


el espejo ya no glorifica ni el calor de las cámaras ilumina Ni el silencio ya nos pertenece ahora están esas voces, que no se callan


Es hora de ir a dormir pero estamxs más despiertxs que nunca la angustia no conoce de limites es nuestra nueva personalidad.


¿Quejarte? Ya no alivia. ¿Enojarte? Ya no descarga ¿pensar? Si... pero, ¿ en qué? ¿Evadir? Posta? vas a seguir en esa?


Ahora somxs todxs pobres no nxs avergüenza ahora estamxs todxs deprimidxs no lo ocultamxs


Capaz, mirarse el ombligo no era tan importante. Y ahora que vemxs al mundo desde una ventana lo entendemxs

miércoles, 1 de abril de 2020

poema para un concurso de Instagram

Allá afuera, dejo todo lo que éramos
vos, yo... esta sociedad
Alimentar el ego no alcanzó
aunque golpee cada ventana virtuale existente

Acá adentro, lo indispensable
mambos, humos 
y una soledad que no se quita
por ahi,en el rincón, mi ser

Allá afuera está la libertad
acá ¿el cautiverio?
quizás no hay nada detrás de la puerta
o una realidad alternativa

donde salís y la gente
actúa como si nada sucediera
pero si salís,
ya no podés ir al futuro



domingo, 8 de marzo de 2020

Descubriendo el reencuentro

tímidas mentes se acercan al fogón
barbijos emocionales cargan los rostros
el cálido lumbre del fuego
 descubre verdades,
 entre las sombras
 que oculta la apariencia

No es de día cuando ocurren estos fenómenos
alguien grita, un espíritu pasado, errando en un cuerpo
las cuerdas silencian la bestia, o al menos la disfrazan
las voces responden a las vibraciones
mas ojos, menos barbijos
mas bocas cantando
entonando.

No falta la luna
casi que espía lo que allí sucede
el fuego se sonroja y crece
los rostros se ven
se ríen
se encuentran
vidrio que embotella
el producto de la cebada,
o de la vid
aluminio que transporta
el brebaje que intoxica el pudor
y le permite reírse
humo que transporta conexión
flexibilidad para pensar
sonrisas que cómplices
delinquen lo establecido por un tal Sistema

los gritos no han parado
pero pocxs lxs escuchan
el cachorro de monstruo se ha calmado
la guitarra lo ha apaciguado
amigos lo sostienen
lo humanizan y lo recuperan
la desesperación ya no tiene cabida
ha sido escuchado.
el hombre, con sus gritos
sus quejas, no hace más que molestar
pero la persona que ve y oyó todo eso
puede ser más.

el fuego borra de los rostros
la angustia
y revela lo que existe
y brilla en nosotrxs.
  Anrs87